¿Cuál debería ser nuestra actitud sobre nuestras posesiones? ¿Cómo deberíamos responder cuando Dios nos bendiga? Estas son las preguntas que Jesús aborda en la parábola del rico tonto. De manera típica, Jesús responde a una situación cortando el corazón del asunto con una historia que invita a la reflexión.
La parábola del rico tonto
Era bastante común que las familias acudieran a los rabinos para mediar en situaciones familiares difíciles, pero eso no es lo que pasa aquí. El rico tonto quiere que Jesús intervenga y exija que su hermano se reparta la herencia.
Podría haber varias razones para esta demanda. Tal vez el hermano mayor ha heredado la herencia de su familia, y no está siendo equitativo en su distribución. O podría ser que el hermano sólo quiere su parte del negocio familiar para poder irse. Cualquiera que sea la razón, Jesús aprovecha esta oportunidad para afinar nuestra relación con nuestras cosas.
Reflexión
Si la gente pudiera interiorizar la verdad de que la adquisición de posesiones nunca nos traerá la felicidad y la satisfacción que anhelamos, sería suficiente. Jesús elabora esta enseñanza con la parábola del rico tonto.
Esta parábola hace que mucha gente se retuerza. Para muchos de nosotros, no es fácilmente aceptar que lo que hizo el rico tonto estuvo mal. Tuvo un año excelente y se quedó con un excedente de grano. Decidió construir instalaciones más grandes para almacenar su excedente y así poder retirarse con él. El problema radica en que se volvió materialista, olvidando que la felicidad no se halla en la riqueza.